CDL Madrid

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Entrevista a Gustavo Suárez Pertierra, presidente de UNICEF

Gustavo Suárez Pertierra asume, desde el año 2018, la presidencia de UNICEF España. Desde esta organización internacional defiende, entre otros objetivos, el derecho a la educación de los niños y niñas y, con ello, la posibilidad de conseguir un mundo mejor y más justo para todos. Catedrático de Derecho canónico y eclesiástico del Estado en la Universidad Complutense de Madrid y en la UNED, ha sido miembro de diversos Consejos académicos y Fundaciones, y ministro de Educación y Ciencia entre los años 1993 y 1995.

Como profesionales de la educación, sabemos que la formación de los niños y las niñas es el mejor camino para que puedan desarrollar una vida feliz, libre y plena. ¿En qué situación se encuentra el derecho a la educación en el mundo?

Aunque se ha avanzado mucho en las últimas décadas, todavía uno de cada cinco niños y niñas en edad escolar en todo  el mundo. Por otro lado, para las niñas de algunas partes del mundo, las oportunidades educativas pueden ser especialmente limita- das. Solo en un 66% de los países se ha conseguido la igualdad de género en la educación primaria. Y las normas de género perjudiciales también pueden tener grandes repercusiones sobre los niños.

Por otro lado, la ubicación geográfica puede impedir a los niños ir a la escuela. Los niños de zonas rurales tienen más del doble de probabilidades de no asistir a la escuela que los de las zonas urbanas. En zonas de conflicto, 27 millones de niños no van a la escuela.

La situación es muy dispar y los efectos de la pandemia, la situación en Ucrania o

la crisis energética están provocando un frenazo en muchos de los avances lo- grados en las últimas décadas. En este sentido, nos preocupa la situación educativa en países en conflicto o con graves y reiteradas situaciones de emergencia. Sirva como ejemplo el caso de Afganistán, donde las autoridades prohibieron la vuelta a la escuela a las niñas del séptimo al último curso. Y además, para muchos alumnos, ir a la escuela no es sinónimo de aprender.

Hablemos de Europa, que en estos momentos vive una situación muy preocupante por la guerra en Ucrania y la crisis económica generada. Se están vulnerado los derechos de millones de niños en la zona de conflicto, pero ¿qué repercusiones tendrá en las nuevas generaciones?

Sin duda, se vulneran sus derechos. Sabemos que se han producido ataques a escuelas y que la situación de guerra trastoca completamente el sistema educativo. Este curso está siendo especial- mente complicado, ya que muchas de las escuelas del país están dañadas (el gobierno considera que menos del 60% son seguras); los niños y niñas llevan a sus espaldas historias de destrucción; incluso son muchas las familias que dudan en enviar a sus hijos al colegio, porque no saben si estarán a salvo. Si estos niños no adquieren las competencias necesarias para un aprendizaje permanente, afrontarán mayores dificultades a la hora de ganar potencial y conseguir un empleo cuando sean adultos. Tienen más probabilidades de sufrir problemas de salud y de no ser partícipes de las decisiones que les afectan, lo En este sentido, cabe destacar el es- fuerzo y el apoyo de muchas entidades y organismos. UNICEF, desde el inicio de la guerra, ha proporcionado material escolar a cerca de 290.000 niños e involucramos a más de 760.000 en educación formal o informal para dotar de “cierta normalidad” al sistema educativo del país. Además, más de 1,7 millones de niñas, niños y cui- dadores se han beneficiado de nuestras intervenciones de salud mental y apoyo psicosocial.

Nos siguen sorprendiendo los datos de pobreza infantil que se manejan en nuestro país. ¿Puede actualizarme las cifras que manejan ustedes? ¿Qué va loración hace de ellas?

La crisis social y económica provocada por la pandemia de la covid-19 ha impactado en mayor medida en los niños y jóvenes. Un 33,4% de los niños, niñas y adolescentes que viven en España lo hace en riesgo de pobreza y exclusión social, cinco puntos porcentuales más que la media de la población. Somos el tercer país de la UE con mayores tasas de pobreza infantil, solo por detrás de Rumanía y Bulgaria. Por desgracia, no son cifras nuevas: en nuestro país la pobreza infantil se arrastra desde hace décadas, incluso en las etapas de crecimiento y mayor riqueza esa tasa se situaba en el 25%.

España todavía está a la cola de la Unión Europea en el impacto de la acción pública sobre la reducción de la pobreza  infantil: las prestaciones públicas solo reducen la pobreza de los niños en 6,4 pun- tos, mientras que la media de los países europeos se sitúa en 13,4 puntos, más del doble. Esto se debe al bajo importe de las ayudas de las administraciones públicas, su baja cobertura y su escaso foco en la infancia en situación de pobreza. Es una situación que nos preocupa y que supone una de nuestras más sólidas líneas de trabajo en España. En este sentido, seguimos insistiendo en que cualquier incremento de la inversión dirigida a la infancia es bienvenido por su impacto positivo. Por tanto, apostamos, desde hace tiempo, por una ayuda a la crianza de carácter universal, una deducción fis- cal mucho más amplia que la deducción por maternidad que se ha incluido en los PGE 2023 y que tiene ciertas restricciones.

¿Y el lado más optimista?

Valoramos muy positivamente los esfuerzos del Gobierno, del Alto Comisionado contra la Pobreza Infantil o la aprobación, el pasado mes de julio, del Plan de Acción para la implementación de la Garantía Infantil Europea que pretende asegurar que todos los niños, niñas y adolescentes de la Unión Europea, especialmente los más vulnerables, tengan un acceso efectivo y gratuito a servicios básicos, tales como la salud, el cuidado, la educación y actividades extraescolares, al menos una comida saludable por día lectivo y acceso efectivo a una vivienda adecuada.

España cuenta con índices de plena escolarización y buenos datos en equidad. Pero tenemos algunos retos, como la reducción del acoso escolar ¿Cree que estamos haciendo todo lo necesario para luchar contra este fenómeno?

Es un asunto sobre el que hemos trabajado intensamente en los últimos años. El acoso empieza entre dos personas. Y sus consecuencias se van extendiendo hasta alcanzar a toda la comunidad. Por eso, aunque a cada persona pueda afectarle de una manera diferente, a la larga toda la sociedad sufre las consecuencias. El entorno escolar debe adoptar medidas para garantizar la protección, promover el conocimiento de la infancia de los riesgos de su entorno y fomentar su autoprotección. Y por supuesto, colaborar con los padres, madres y tutores, para trabajar con ellos de manera constante y cercana.

En este asunto, como en tantos otros, es fundamental anticiparse, por lo que debemos entender ver a través de sus ojos, pues solo poniéndonos en su piel comprenderemos cosas impensables para un adulto; para ello, es muy importante comunicarnos con ellos, consultarles e invitarles a participar en todo lo que afecte a la familia. Hay que conectar con ellos de forma natural; participar de su realidad como espectadores, observando y jugando un papel tan activo como ellos consideren, entrando hasta donde nos inviten. Al final, es cuestión de empatizar, de tratarles con la misma dignidad que un adulto y, sobre todo, de respetarles. También es fundamental prevenir y estar pendiente de las señales, saber detectarlas. Y actuar, sin prisa, pero sin pausa; sin alarmarse, pero buscando soluciones eficaces. Y, sobre todo, poniéndonos en manos de profesionales y personas expertas en la materia, empezando por el profesorado y el personal de los centros educativos.

Existe otro riesgo en aumento, que se vincula al uso de las redes sociales e internet. ¿Qué papel cree que pue- de ejercer el sistema educativo, los maestros y maestras en concreto, para prevenir estos riesgos? ¿Cree que esa protección depende exclusivamente de las familias, o la escuela puede hacer algo?

UNICEF España elaboró el informe Impacto de la Tecnología en la Adolescencia. Relaciones, Riesgos y Oportunidades, el mayor estudio hasta la fecha sobre esta temática en nuestro país y a nivel europeo. Según este estudio, 1 de cada 3 jóvenes hace un uso problemático de Internet y las redes sociales. Y además, 1 de cada 5 podría tener un cierto enganche a los videojuegos. Esto significa, más concretamente, que el uso es intensivo, está acompañado de escasa supervisión y, como consecuencia, impacta en otros ámbitos de la vida de los jóvenes: en su desarrollo académico, en sus relaciones y también en su salud.

propios adolescentes la información necesaria, tanto para poder comprender los riesgos, como para poder denunciar situaciones de abuso; contar con políti- cas más contundentes por parte de las instituciones para la protección de los niños y de su imagen en la red, y garantizar a través de la industria tecnológica la protección de los adolescentes, por ejemplo, con recomendaciones claras de uso y privacidad.

Por supuesto, la escuela es un entorno clave en el buen y adecuado uso de las nuevas tecnologías. Es fundamental promover el sistema educativo como ámbito clave para adquirir las pautas y herramientas necesarias para manejarse en Internet. En este sentido, el papel del sistema y de los docentes es clave en la transformación hacia una educación crítica.

Finalmente, me gustaría que respondiera a las preguntas más difíciles: ¿Qué deparará el futuro para nuestros niños y niñas? Y, sobre todo, ¿qué podemos hacer, desde la escuela, los profesores y maestros, para protegerles y orientarles?

Atravesamos un momento muy complicado e incierto. Las consecuencias de la covid-19, la guerra de Ucrania y otros conflictos, la crisis energética y la emergencia climática han colocado a la infancia en una situación crítica. Pero debemos mirar al futuro inmediato con la ilusión que refleja siempre la sonrisa de un niño; con la fuerza para superar los desafíos y alcanzar los éxitos que tenemos por delante; con la esperanza puesta en un 2023 en el que con nuestro trabajo el mundo sea un lugar mejor para la infancia. La situación es lo suficiente- mente grave como para pensar que es- tamos ante una crisis que puede hacer naufragar a toda una generación en muchos rincones del planeta.

Hay que actuar de inmediato y con contundencia para recuperar el terreno perdido. UNICEF sabe, por experiencia, que se puede superar esta crisis múltiple que nos afecta; lo hemos hecho antes. UNICEF nació para paliar las devastado- ras consecuencias de la Segunda Guerra Mundial y el mundo cambió.

Estamos empeñados en enderezar el rumbo de una recuperación que depare un mundo mejor para la infancia. Pero esta es una empresa ambiciosa y no podemos hacerlo solos, y el papel de la es- cuela y los profesores y maestros es fundamental: deben comprometerse con el desarrollo de cada estudiante hasta el máximo de sus posibilidades; promover en cada alumno el reconocimiento de sí mismo y de los demás como personas con dignidad; fomentar un entorno que promueva la igualdad, el respeto por la dignidad de las personas, la salud y la convivencia pacífica; adoptar las medidas necesarias para garantizar la protección frente al maltrato, las humillaciones y los abusos; facilitar que niños, niñas y adolescentes disfruten de su libertad de información, creencias, expresión y participación; garantizar la protección frente a cualquier forma de discriminación; e impulsar la formación de ciudadanos comprometidos con el cumplimiento de los derechos humanos en todo el mundo.

AURORA CAMPUZANO ÉCIJA